La predestinación y la voluntad libre NO son verdades mutuamente excluyentes. Tendríamos que ponernos de acuerdo sobre la definición de estos dos términos antes de poder debatir su relación entre nosotros. La mayoría no está de acuerdo en lo que significan y por lo tanto llegar a un entendimiento común es imposible.
Aun así, permítanme tratar de explicarlo de esta manera. Cuando Dios habló: “Que sea”, con Su propósito último en mente y bajo el paraguas de Su soberanía, permitió que la creación comenzara a desarrollarse de manera espectacular y dinámica. Fabricó todo a mano en las bóvedas ilimitadas de Su mente sin ánimo de entender. Fuimos hechos con miedo y maravillosamente.
Desde la perspectiva de Dios, Su voluntad se ha hecho, se está cumpliendo, y aún está por venir, todo al mismo tiempo. Al estar fuera del tiempo, una construcción limitante de Su propio diseño, vio cada hilo como tejería su don de potencial dentro de este tapiz de vida. El resultado fue escrito, el cumplimiento de Su propósito, pero no el viaje. Como una brillante bifurcación de relámpagos Puso la chispa en movimiento y brilló a través del aire cortando su propio camino al suelo. Cada turno y cada tenedor al capricho de la chispa y sin embargo no desconocido por Aquel que inició su viaje.
Dios nunca se sorprende por lo que elegimos. Prepara un camino ante nosotros y nos arma con cada herramienta para maximizar nuestro potencial y vamos a perder. El hecho de que sepa cómo va a salir, y ha enclave a los jugadores que se han asociado con Su propósito no hace que sea menos una elección libre nuestra para hacer. El Padre Celestial ve a dónde nos llevarán nuestras decisiones, y dentro de ese camino ha predestinado (predicho, también conocido como conocimiento previo de) nuestro resultado. Al igual que un padre que ve el gran talento y el potencial de su hijo y despeja un camino y los empodera y los alienta a tener éxito y alcanzar su meta, también lo es el Padre con nosotros. Esta es la esencia de la predestinación.
Es el Alfa y el Omega, el Aleph y el Tav, el principio y el final. Todas las cosas saldrán bien, independientemente de sus decisiones, para el propósito final de Dios, lo que nosotros como seres de voluntad libre tenemos que decidir es unirnos a El, socios en Su propósito o luchar contra El como enemigos de Su designio. Incluso el mal, que Dios no escogió ni creó, en última instancia está haciendo el punto de Dios, perfeccionando lo que es suyo y tamizando lo que no lo es. Como seres inmersos en el flujo lineal del tiempo, difícilmente podemos definir estos conceptos infinitos y mucho menos captar la amplitud de su significado. Es suficiente que confiemos en Aquel que hace y sostiene toda Su creación en la palma de Su mano. Debemos centrarnos en lo que Ha encargado a Sus hijos que hagan y es amar a su prójimo, imitar a su Padre y discipendar a los demás en Su Reino.